domingo, 22 de mayo de 2011

¿Y ahora qué?

Momentos bonitos vividos estos días antes de las elecciones, bonitos por esperanzadores pero también por irreales, por ver tanta gente de acuerdo en cambiar las cosas, por ver tanta gente de acuerdo, por ver tanta gente, por verlo.
Después de UCD ya no hemos tenido democracia. El Psoe de Felipe nos metió en la Otan y creó el GAL, eternizando el conflicto terrorista para siempre. Aznar nos vendió al "mejor pastón", nos americanizó e Israelizó hasta niveles que nunca hubiésemos sospechado antes, hasta que nos metió en la guerra de Irak, para defender un petroleo que nunca sería nuestro. Zapatero parecía diferente, hasta que decidió vendernos a los bancos y las multinacionales metiendo en el gobierno a gente de las empresas que son las que gobiernan ahora (Sebastián del Lobby Nuclear, Cristina Garmendia de Monsanto, etc.). Ahora, si nadie lo remedia parece que ganará Rajoy (Maricomplejines según la Cope) que aplicará las mismas políticas que la Espe o el Gallardón en Madrid o Zaplana primero y luego Camps, en Valencia, es decir, vender lo que quede al "mejor pastón" de nuevo, y si puede endeudarnos aún más.
La idea es que con tanta deuda ya no somos del primer mundo, desde que yo era pequeño la definición de tercer mundo eran los países que no podían pagar ni los intereses de su deuda, que realmente no era suya, sino la estafa del mercado internacional. Eso nos está pasando ahora a nosotros.
Y todo esto sin que nadie mueva un dedo (salvo honrosas excepciones, cuatro gatos mal contados). Y de repente salta la indignación. Se okupan plazas en todas las ciudades. La policía desaloja y al día siguiente hay más gente y ya no se atreven a desalojar. Se hacen propuestas, que más que propuestas son exigencias a los políticos, a las empresa, a la banca, a los jueces. Organización impecable, capacidad para hacer asambleas multitudinarias donde cualquier gilipollez es escuchada, aplaudida o criticada con dureza por miles de personas.


Pero la cuestión es ¿Y ahora que?

Cuanto más asambleas se hacen más se intenta argumentar una línea constructiva, pero también mayores son las exigencias, con los peligros que eso conlleva. Cuando se hacen cosas se cometen errores (el que no quiera cometer errores que no se mueva, y eso también será un error). Después de la sorpresa vienen los intentos de apropiación y manipulación. Si las propuestas no son claras quedarán diluidas en una masa informe con las que muy poca gente podrá estar de acuerdo.
De todas las propuestas me quedo con el decálogo de Sol, pero si hay que reducir, me quedo con las que transforman las normas del juego democrático y luego, con unas normas más justas, que gane el mejor.
Ya sabemos por experiencia, que las izquierdas hacen manifestaciones y las derechas golpes de estado. Y sin embargo, si queremos que funcione tenemos que mantener el consenso en las cosas que nos pueden unir a la mayoría indignada.
Para que esto funcione, debería mantenerse horizontal y no parecerse a un programa electoral.
El mantenimiento de las plazas como lugar de encuentro es fundamental, pero cuidado, ya han perdido el miedo a los disturbios antes de las elecciones, ahora pueden mandar las porras de nuevo. Cualquier día de estos nos desalojan violentamente y sin previo aviso (cualquiera que haya sido okupa lo sabe). O intentarán criminalizar a la gente enviando infiltrados que rompan escaparates o quemen coches. Y luego vendrán los disturbios, o no, según lo que haya calado y el nivel de indignación y compromiso que le quede a la gente. Y luego tarde o temprano, vendrá la calma más o menos tensa, y habrá que seguir trabajando si se quiere cambiar algo y volver una y otra vez a las plazas hasta que nos hagan caso, al menos en lo básico. Esto no va a ser fácil.
Ojalá me equivoque y esto dure, y crezca y nos hagan caso. Y se extienda a otros países. ...
......................................................continuará, espero.

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