domingo, 17 de mayo de 2009

Operación a corazón abierto en Las Negras

Viendo que ni la desidia, ni el trabajo, ni la rutina, ni la familia pueden  curar un corazón con mal de amores, he decidido cambiar de aires, cortar por lo sano y este finde irme a la aventura al Cabo de Gata. Allí he encontrado gente amiga con más males de amores y problemas peores que los míos con quien compartir el dolor y la soledad. He sido bienvenido en un mundo que no es el mío. Ya nunca volveré a ver ese pueblo ni esa playa con los mismos ojos,
ahora ya se ha convertido en un lugar especial. La operación a corazón
abierto duró hasta el amanecer y al día siguiente en la playa el sol
estuvo quemandome la piel y cicatrizando las heridas del alma.


Los dragones acechaban por las esquinas disfrazados de figuras de la noche y las hadas y druídas realizaban todo tipo de encantamientos mágicos. Como el bisturí cuidadoso no ha funcionado nunca en estas cosas, he optado por rasgar la coraza del corazón a puñaladas dejando que absorbiera las penas de los que tenía a mi alrededor (algunas bastante más dramáticas que la mia), y me he llevado un trocito de ellas, al tiempo que he dejado un trozo de mi corazón enterrado en la arena de esta playa.

Esta mañana he amanecido con la luz del amanecer y he sido gaviota por un rato, mientras el sol me enseñaba mis nuevas alas, he tenido que aprender a usarlas y darme una vuelta antes de que la brisa (demasiado fuerte para un volador inexperto como yo) estropeara la calma absoluta del universo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En cuanto pueda hacer un hueco, me voy a verte y nos regalamos unos abrazos.
Mientras tanto, ya sabes dónde estoy. Para lo que quieras.
Mil besos.