viernes, 17 de octubre de 2008

La tan esperada gota fría

¡Por fin ha llegado la tan esperada gota fría!

Ya era hora. Con la de años que lleva saliendo en los modelos climáticos del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), y que no venía, dejando mal a los investigadores, que poca vergüenza.

Pues si, desde el CEAM llevan varios años ya diciendo que en la cuenca del Mediterráneo ya estamos en una situación que los modelos generales de cambio climático prevén para dentro de 50 años. Los motivos: el Mediterráneo es una cuenca muy cerrada, donde el aire se renueva poco (sobre todo su mitad occidental) y que por lo tanto tiene mucha tendencia a recalentarse. De hecho, últimamente todos los veranos se bate el récord de temperatura del agua de mar. Las predicciones son, resumiendo, que cuanto más se caliente, habrá más gotas frías y cada vez más fuertes (la lluvia, claro).

La respuesta desde el ministerio es negar la mayor, no vaya a ser que creemos alarma social. En el vocabulario meteorológico han aparecido nuevas formas de llamar a las lluvias fuertes que se producen en otoño (y a veces en primavera) debido a que el mar está caliente. Las lluvias de hace unas semanas en sueca (con gente nadando por la calle) no eran una gota fría, sino un “frente de retroceso”. Si aumentamos el número de tipos de evento, disminuimos la frecuencia de cada uno de ellos. El caso es que pese a las predicciones, llevábamos años sin una gota fría en condiciones que permitiera hacer caso a los modelos, pero esta si que lo es, ya no hay escusa.

Y parece que ha sido bastante fuerte, si tenemos en cuenta que los árboles de enfrente de mi casa están bastante inclinados desde hace ya tres días, que la luz ayer se fue (no en mi casa, sino en la red) 16 veces, que me he quedado sin conexión a Internet (yo y todo el vecindario, según los datos de mi gestor de redes wifi que dice exactamente “no se ha detectado ninguna red inalámbrica”), y según la tele el Jucar está a punto de desbordarse, aunque las imágenes de los campos de naranjos, eran más de que ya se había desbordado, y bien. Que conste que no me alegro, sobre todo porque ha habido muertos, pero para la próxima, más vale tomar medidas antes, porque esto se veía venir y nadie ha avisado. Yo me lo esperaba y me he quedado en casita, escribiendo y leyendo (aunque lo de la conexión a Internet es una putada).

No es suficiente con poner en la página web y decir por la tele “¡alerta máxima, alerta extrema!” para todas las comunidades autónomas. Que yo sepa a la gente que estaba cruzando carreteras y caminos inundados nadie les avisaba que por ahí no cruzaran. Eso si, una vez que se te ha llevado el río, al menos los servicios de rescate funcionan bastante bien, si alguien avisa, claro. Cuando digo nadie me refiero a policías municipales, guardas civiles, y resto de autoridades, incluido el ejército, que se le puede llamar si hace falta, aunque se cree alarma social. El caso es que ha habido muertos y daños materiales por falta de planificación suficiente. No hay un protocolo de acción, como lo hay para los incendios.

El caso es que ya se sabía que podía ocurrir hace varias semanas. Estuve en una conferencia del Dr. Millán (director del CEAM) en un congreso sobre el agua en el siglo XXI, en la que nos dijo que las lluvias de Sueca eran porque había una masa de agua extremadamente caliente moviéndose por la costa levantina. Sólo faltaba la masa de aire frío, que al final ha llegado.

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